Mantecado

Helado de Ron

 

Hace tiempo que quería hacer una receta de helado o mantecado como decimos en Puerto Rico.  Para mi buena suerte, colocaron en oferta especial una máquina de preparar helados en una de las tiendas que frecuento y no desperdicie la oportunidad de comprarla, no me arrepiento.  Aquí en mi país el verano llega sin remordimiento, la ola de calor parece derretirnos al instante, así que cualquier postre frío es muy bienvenido por todos.


Decidí adaptar esta receta de una que se encuentra en el libro Jeni’s Splendid Ice Creams at Home, es una joya de recetario, explica todo muy claramente y con más de 100 recetas y variaciones.  Nunca terminarás de experimentar con el mismo.  Jeni utiliza varios ingredientes que podrán sonar un poco extraños, como el queso crema y el syrup de maíz.  Sí, ya sé, hay muchos mitos sobre estos ingredientes, pero cada receta sólo lleva una cantidad mínima de ellos, además, creo que un helado se debe disfrutar sin pensarlo mucho, no es como que comas helado todos los días.  Este artículo explica muy bien porque se usan estos ingredientes en algunas recetas de repostería.  En el caso del queso crema, Jeni lo utiliza para darle esa textura un poco más cremosa y satinada a la mezcla, no sabrá a queso, son sólo 3 cucharadas que se diluyen muy bien.

Este helado lleva Ron, ahora, no se van a emborrachar como decimos los puertorriqueños, es como cuando pruebas ponqué de brandy, sabes que tiene un sabor particular, pero no terminas bailando desnuda y sin zapatos al frente de todos, true story.  A mi adaptación añadí avellanas y coco rallado.  El ron simplemente es el toque boricua para la receta.
Helado de ron, adaptado del libro Jeny's Splendid Ice Cream at Home
Rinde aproximadamente un cuartillo
2 tazas de leche
1 cucharada más 1 cucharadita de maicena o fécula de maíz
1 1/2 oz de queso crema (3 cucharadas)
1,4 cucharadita de sal de mar
1 1/4 taza de crema espesa
1/2 taza de azúcar
2 cucharadas de syrup de maíz claro
1/2 taza de ron (puedes disminuir la cantidad, pero no menos de 1/4 de taza)
EXTRAS:
Hielo, y bolsa reusable con sello


Mezcla 2 cucharadas de leche con la maicena en un envase hasta que este bien diluido y sin grumos.  En otro envase, preferiblemente mediano, mezcla el queso crema y la sal hasta estar bien unidos.  En un envase grande, llénalo de hielo y un poco de agua, formarás un baño para colocar la bolsa plástica  con la mezcla del helado.

Cocinar:
Combina la leche, la crema, la azúcar y el syrup de maíz en una olla mediana, déjala hervir y luego deja hirviendo por 4 minutos a fuego mediano.  Remueve del fuego y lentamente añade la mezcla de la maicena, batiendo constantemente.  Vuelve a colocar la olla en temperatura mediana y con una espátula mueve la mezcla hasta que la sientas espesa.  La prueba perfecta es cuando la mezcla se queda un poco pegada a la espátula y no está tan líquida.  En la receta original decía 1 minuto, pero mi mezcla se tardó un poco más en espesar.  Cuando ya esté espesa, retira del fuego.
Enfriar:
Gradualmente vierte la mezcla en el envase dónde tienes el cream cheese y bate hasta estar bien unido.  Añade el ron a la mezcla.
Vierte la mezcla en una bolsa reusable (yo coloqué la misma en la taza grande de medir líquidos, así tenía más estabilidad).  Séllala la bolsa y colócala en el baño con hielo, añadiendo hielo hasta que esta se enfrié.  Yo estaba un poco de prisa y coloque el baño en la nevera.  Aproximadamente en 30 minutos se debe enfriar bien.
Helar:
Vierte la mezcla en tu máquina de hacer helado, siguiendo las instrucciones de la máquina.  Recuerda que cuando la mezcla comience a verse bien espesa y a separarse de los lados, significa que ya está lista.  Vierte el helado en un envase que puedas tapar y colocar en el congelador, pero antes, añade los ingredientes extras que desees y envuélvelos en el mantecado.
Yo añadí 1/2 taza de avellanas tostadas en el horno por 7 minutos y 1/2 taza de coco rallado tostado al horno.  Siempre que se tuesta al horno, es importante que verifiques cada 3 minutos como vá el proceso, hay veces que se pasa el tiempo y se queman un poco como me paso a mi.  Puedes variar los ingredientes extras o simplemente puedes comerlo sencillo.

 

De mi Abuela y el dulce de Grosellas...

 

Este post es bastante personal, quizas demasiado.  Más que una receta, este recorrido de sabores son memorias de lo más profundo de mi corazón.  Hace unos días compartíamos en casa de mi abuela como hace mucho no haciamos.  Estábamos todos los nietos y bisnietos, los de aquí y los que ahora viven en "gringolandia", mis amados primos Washingtoneros!!! Que viva DC y Virginia!!!, jeje.  Sentada en un sillón observaba como nuestros hijos jugaban juntos en el mismo lugar donde un día nosotros los nietos de Doña Virgen jugabamos, dónde nos bañaban con la manguera para economizar tiempo pues eramos muchos.  Mi abuela se casó con mi abuelo a la tierna edad de 16 años y a esa temprana edad parió su primera hija, mi madre.  Antes las cosas eran distintas, mi abuelo, un mécanico diesel, estudio en Nueva York y según me cuenta mi primo (estas historias de familia nunca están claras) mi abuelo iba y venía de Nueva York, pero encargaba un hijo antes de irse.  


Mi abuela crió a sus 4 hijos en un barrio humilde de Bayamón, la casa la construyo mi abuelo con sus propias manos, diseño el balcón de la casa para que tuviera vista al norte pues él decía que por ahí pasaría un expreso, y efectivamente así fue.  Mi abuelo trabajó toda su vida como mecánico en Las Piedras Construction y puso su grano de arena en todos los expresos que hoy comunican a pueblos lejanos.  La casa es de dos plantas y cada nieto tiene su historia con ella, desde correr por el alero a ver quien se atrevía, jugar con los perros del barrio que eran como de nosotros, perdernos en el patio que era como una selva llena de sorpresas.  Yo tengo mil gratos recuerdos de esa casa y de mi abuela, una gran mujer que sin estudios crió a sus hijos, nietos y bisnietos, con una gran creencia en Dios, en los valores morales y en el amor al prójimo.  

Lo más que me gustaba de la casa era la gran variedad de arboles frutales, quenepa, guanábana, mangó, aguacate, papaya, limones, panas, jobos, mis amadas pomarrosas...ahh, ese árbol de mi fruta favorita, que sólo nace una vez al año, llenaba todo su alrededor de un olor perfumado y el suelo se vestía de rosa con las hojas de las flores que lloraba, era un sueño (hasta que vino Hugo y lo daño todo).  Por último y no menos importante, las grosellas. Las grosellas eran como ese dulce amargo que no puedes dejar de comer.       


Me encantaba mirar el palo, recoger las grosellas y llevarselas a abuela para que me hiciera dulce.  No es tan común ver un arbol de grosellas por ahí, pero en dónde vive abuela habian varios, incluso una de las vecinas, Doña Sabina, también tenía, pero los de ella formaban como un camino secreto, por ahí me escapaba con los vecinos a buscar grosellas y a ver dónde nos perdíamos....que tiempos aquellos!!

Hoy quiero recordar a mi abuela, que es mi mayor admiración, espero que me dure muchos años más, pues es pilar de toda la familia, 4 hijos (2 que en Paz descansen), 6 nietos y 5 bisnietos...con este dulcesito de grosellas, voy recordando un dulce pasado y un mejor porvenir...


 Adaptada de la receta de mi abuela
2 tazas de grosellas
1 taza de agua
1 1/2 taza de azúcar (yo sustituí por azúcar Turbinado)
1 Cucharada de canela en polvo
1 Cucharada de anis en polvo
 Lave las grosellas, ponga a hervir el agua junto con las grosellas por unos minutos,  saquelas y escurralas.  En la misma agua que estaba hirviendo vierta la azúcar y las especies, y deje espesar.  Por último, eche las grosellas en la holla y mueva constantemente hasta ver que las grosellas ablanden y el almibar esté espeso. No hierva demasiado, las grosellas se pueden quemar y el almibar puede ponerse demasiado espeso.  (Las grosellas deben ser grandesitas, si están pequeñas aun no están listas para comer.)

Esto se puede comer sólo, o puede vertirlo sobre mantecado.
Disfrútelo!!